por Celeste Herrera
Inventando historias
Érase una vez (Come Away), 2020. Antes de que Alicia se adentrara en el País de las Maravillas y de qué Peter se convirtiese en Pan, ambos eran hermanos. Después de que su hermano mayor fallezca en un trágico accidente, intentan salvar a sus padres de la espiral de desesperación, hasta que finalmente se ven obligados a elegir entre su hogar y su imaginación, creando así la antesala de sus icónicos viajes al País de las Maravillas y al de Nunca Jamás.
Brenda Chapman (El príncipe de Egipto, Valiente, 1998) dirige sin rumbo este drama fantástico y de aventura que parece jamás encontrar el momento en que él arranca. El ritmo narrativo que propone es demasiado desigual en sus 94 minutos y los personajes adultos y sus conflictos nunca logran una cohesión con la historia general. Solo aquellas secuencias dónde la imaginación de los protagonistas infantiles crea esos mundos maravillosos en los que ampararse de tanto dolor y drama, invitan al goce.
Sin embargo, donde la película encuentra todo su potencial resultando cautivador y placentero es en la dirección de arte y vestuario; y el apartado técnico y visual que nos zambulle en el universo fantástico que la premisa del filme propone. Si bien el elenco adulto lo encabeza Angelina Jolie -al extremo lacrimógena- y David Oyelowo como esos padres que incitan y fomentan la creatividad de sus hijos, son las actuaciones de Keira Chansa (Alicia) y Jordan A. Nash (Peter) lo mejor a nivel actoral.
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